viernes, 5 de febrero de 2010

el Ojo de Dios...?


El Observatorio Europeo Austral (ESO, en sus siglas en inglés) ha publicado una sobrecogedora imagen de la nebulosa planetaria Helix, conocida por los astrónomos como el "Ojo de Dios", captada desde el observatorio chileno de La Silla.
De todos es sabido que en el Universo se repiten formas y estructuras, pero para la vista humana el poder contemplar un "ojo" espacial que mide dos años luz, poco menos de 20 billones de kilómetros, es una experiencia única.
En 1824, el astrónomo alemán la descubrió y desde entonces ha suscitado mucho interés. El telescopio espacial Hubble y el Very Large Telescope del ESO ya captaron imágenes de ella en el pasado.
Pero la última y detallada imagen de Helix, que se encuentra en la constelación de Acuario a 700 años luz de la Tierra, la ha captado el Wide Field Imager del Observatorio La Silla (Chile).
En una nota de prensa, el ESO explica que Helix, o NGC 7293, como la conocen los científicos, constituye uno de los "ejemplos más espectaculares" de nebulosa planetaria.
A pesar de su nombre, las nebulosas planetarias poco tienen que ver con los planetas, ya que son un objeto gaseoso constituido por el resplandor final de las estrellas de masa baja o intermedia antes de convertirse en enanas blancas (que es el estado final de la evolución de una estrella).
En el futuro, el Sol también pasará por el estado de nebulosa planetaria y terminará siendo una enana blanca. En las nebulosas planetarias, las ráfagas de gas se desprenden de la superficie de la estrella, "a menudo describiendo intrincadas y bellas formas", y brillan por la intensa radiación ultravioleta de la estrella, pálida pero muy caliente.
La composición de la nebulosa
Los científicos explican que, probablemente, Helix está compuesta por al menos dos discos separados y tiene anillos externos y filamentos.
El disco interno más brillante de la nebulosa planetaria se expande a una velocidad de 100.000 kilómetros por hora y ha tardado unos 12.000 años en formarse.
A pesar de que se estudia desde hace años, su estructura es "compleja e inesperada": alrededor del interior del anillo se observan pequeñas manchas, conocidas como nudos de cometa.
Esas manchas tienen unas colas de débil luminosidad que se extienden desde la estrella central y que parecen "gotitas de líquido que resbalan por un vidrio".
Aunque parecen minúsculos, cada nudo es casi tan grande como el Sistema Solar. La última imagen de Helix ha permitido a los astrónomos contemplar no sólo esos nudos, sino también remotas galaxias agrupadas que se vislumbran a través del gas incandescente de la nebulosa planetaria.
A pesar de la espectacularidad de la imagen telescópica, de su gran tamaño (cubre un área del cielo igual al ocupado por un cuarto de la Luna llena) y de su forma de ojo, el órgano visual humano no pueda verla fácilmente.

la mano de dios...?


la imagen de la nebulosa de Rayos X que abarca 150 años luz / NASA
Ya hemos visto fotos de su ojo…. ahora tenemos la primera imagen de la mano de Dios.
Una nube fantasmagórica parece formar un pulgar extendido y sus dedos parecen agarrar una bola de fuego.
Esta increíble imagen fue tomada por el Observatorio Chandra de rayos X, el cual orbita 580 km sobre la Tierra
Recuerda las imágenes de la nebulosa planetaria Helix con su centro de color azul rodeada de nubes blancas, que ganó el apodo de “el ojo de Dios”.
Nebulosa Planetaria Helix, apodado el Ojo de Dios. Crédito: NASA
La mano se creó cuando una estrella explotó en una supernova, creando una estrella giratoria de 20 kilometros llamada púlsar, que está muy profunda en el interior de la mancha blanca en la muñeca de la mano.
El púlsar es arrojado a una enorme cantidad de energía electromagnética, creando una nube de polvo y gas tan amplio que llevaría 150 años para cruzar a la velocidad de la luz.
El disco rojo es no una nube de gas. Los dedos se cree que se han creado cuando la energía pasó del púlsar a la nube de gas.
Los científicos de la NASA estiman que el momento que se muestra aquí ocurrió hace 17.000 años.

El Hombre Polilla (The Mothman)




En 1966 en Point Pleasant (Virginia Occidental), después de una oleada de avistamientos OVNIS, fue observado este extraño ser alado. El hombre-polilla fue visto por primera vez (aunque existe otra versión) el 12 de Noviembre de 1966 en las proximidades de Cleudenin. Una escuadrilla de hombres que realizaban reparaciones en el interior del cementerio afirmaron haber visto pasar por encima de ellos y volando a baja altura a "un ser humano de color gris", no un pájaro sino que un hombre con alas.
En la noche del 14 al 15 de noviembre, un par de jóvenes matrimonios , los Scarberry y los Mallette paseaban alegremente en automóvil cerca del sector conocido como "área TNT", una zona de antiguos depósitos militares de explosivos usados durante la segunda guerra mundial. Recorrían el sector sin mayores preocupaciones cuando pudieron observar al margen del camino a una criatura de unos 2 mts. De altura , con dos alas plegadas a la espalda y que les miraba atentamente con un par brillantes ojos de color rojizo. Roger Scarberry viró en dirección del la carretera principal y aceleró el vehículo lo más que pudo, alcanzando rápidamente los 100 kms por hora, los ocupantes aterrorizados vieron como el extraño ser comenzaba a seguirles desde las alturas, pero sin batir sus alas, como si contara con un motor de propulsión, les siguió hasta la misma entrada del pueblo , los testigos afirmar haber oído un agudo grito proveniente de la criatura. Cuando relataron lo sucedido a la policía , se ordenó una exhaustiva búsqueda en el "área TNT", pero nada extraño fue encontrado. El día 16, también en las inmediaciones del antiguo depósito militar, Marcella Benett asegura haber visto al monstruo: "Lo vi entre las sombras, era como si se hubiese estado arrastrando en el piso y lentamente fue poniéndose de pié, de color gris y mucho más alto que un hombre, con dos terribles ojos rojos".
Al igual que los matrimonios de las noches anteriores, Bennett atribuyó poderes hipnóticos a la mirada de ese par de ojos rojos. La noticia no tardó en difundirse y rápidamente Point Pleasant se convirtió en el foco de atención de muchos "caza-monstruos", que armados recorrieron una y otra vez los sitios señalados por los testigos sin encontrar absolutamente ningún indicio del hombre-pájaro. Pero éste no había desaparecido aún.
El 25 de Noviembre, en un campo de cultivos, Thomas Ury pudo ver, a las 7,15 de la mañana cuando se dirigía a su trabajo, una figura humana de color grisáceo, elevándose verticalmente desde el suelo y abalanzándose contra el auto. Ury aterrorizado aceleró , pero la bestia lo estuvo siguiendo, circunvalando el vehículo, como si jugando, durante varios kilómetros.
Pilotos pertenecientes a la base militar cercana de Galípolis, el día 4 de diciembre tuvieron "el placer" de observar al monstruo maniobrando y planeando sobre el río, pudieron calcular que iba a unos 100 mts. de altura y a casi 100kms. por hora, le siguieron con sus aviones con la intención de fotografiarle pero no pudieron ya que el ser desapareció en uno de sus movimientos cerca de un espeso bosque.
Según los reportes y testimonios recopilados se puede deducir que el hombre-polilla es una criatura que mide entre 2 mts y 2,5 mts de estatura, de color gris o café oscuro, con forma humana pero carece de brazos y cabeza, posee un par de ojos de intenso brillo, de color rojo y con poderes hipnóticos, éstos estarían situados donde un hombre normal tendría los hombros .
Las alas se recogen en su espalda cuando se usan y alcanzarían una longitud de 3mts. extendidas. Los avistamientos ocurrieron todos en Noviembre y Diciembre de 1966, después de esta fecha no se ha reportado ningún caso que tenga relación con este extraño ser. Nadie pudo entonces , ni ha podido después , tener la respuesta a este extraño suceso.
¿Que clase de animal, ser humano o máquina voladora pudo ser esta criatura? ¿Será acaso producto de la naturaleza o invención humana? ¿Que podría haber buscado en una abandonada bodega de explosivos? Talvez nunca lo sepamos.

Armstrong en la Cueva de los Tayos


Fue en 1969 cuando Juan Moricz, un flemático húngaro nacionalizado argentino, espeleólogo aficionado y experto en leyendas ancestrales, encaró uno de los más apasionantes misterios del oriente selvático del Ecuador: La Cueva de los Tayos. Aunque no era el primero en tropezarse con el intrincado de túneles y galerías subterráneas que dan cobijo a los Tayos (aves nocturnas cuyos polluelos son muy codiciados por los indios shuaras), es innegable su valentía y arrojo al haber sido, sin duda, el primero en dar a conocer a nivel mundial la existencia de este sistema intraterrestre.
Leyendo tan sólo la acta notarial de su hallazgo, con fecha 21 de julio de 1969, en la ciudad costeña de Guayaquil, a cualquiera se le encrespan los cabellos frente a estas detonantes afirmaciones:
“...he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio...”
Es inevitable pensar en la posible relación entre las planchas que menciona Moricz, halladas en una cámara secreta de la Cueva de los Tayos, con las planchas metálicas de complejos ideogramas que han sido visualizadas en nuestra experiencia de contacto, aquella biblioteca cósmica que narra la verdadera historia de la humanidad.
¿Existen indicios que señalen esta asombrosa posibilidad?
Rastreando el enigma de los túneles.
A una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular, en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, se sitúa la entrada “principal”, o más bien, la entrada “conocida” al mundo subterráneo de la Cueva de los Tayos. El acceso consiste en un túnel vertical, una suerte de chimenea con unos 2 metros de diámetro de boca y 63 de profundidad. El descenso (no apto para cardíacos) se realiza con un cabo y polea. De allí, un verdadero laberinto se abre al explorador por kilómetros de misterio, que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad. Las linternas más potentes son nada ante semejantes galerías donde una catedral entera podría caber.
La Cueva es denominada habitualmente “de los Tayos” debido a que su sistema de cavernas es el hábitat de unas aves nocturnas llamadas Tayos (Steatornis Caripensis), que constituyen la misma especie que se ha hallado en otras cavernas de Sudamérica, como por ejemplo, los “guacharos” en Caripe, Venezuela, o la Cueva de las Lechuzas, en Tingo María, Perú.
El estudio inicial de esta conexión intraterrestre entre especies de aves nocturnas lo abordó detalladamente el sabio alemán Alejandro de Humboldt, en su obra: “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente” (1800). Es sumamente sospechoso que una misma especie de aves ciegas estén diseminadas en diversas cavernas de Sudamérica. ¿Será que todos aquellos laberintos intraterrestres no son cavernas aisladas y guardan una conexión subterránea?
En las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador viven los Shuaras, quienes en el pasado fueron conocidos con el nombre “Jíbaro”, famosos por su bravura y el arte de reducir cabezas. Ellos son los primeros exploradores del sistema subterráneo ya que cada mes de abril bajaban a la cueva para hurtar los polluelos de los Tayos. Y en medio de esta faena se toparon con una serie de sorpresas. La más resaltante fue sin duda el hallazgo de gigantescas huellas sobre bloques de piedra que, por sus ángulos rectos y simetría, sugieren un origen artificial. Moricz recogió estos relatos en su visita al oriente Ecuatoriano, pudiendo comunicarse sin mayor dificultad con los nativos gracias a su dominio del magiar, un antiquísimo lenguaje húngaro similar al dialecto Shuar.
Lo que no detalló Moricz en su acta notarial, es la existencia de lo que él denominaba “Taltos”, unos extraños guardianes del mundo subterráneo que custodian celosamente las mentadas planchas metálicas.
Aquellos “Taltos”, así como los Sunkies y Nunguies de la cosmogonía shuar, habitan el mundo subterráneo y los ríos. Sea como sea, la historia era tan apasionante que no tardaron en llegar los primeros cazadores de misterios.
Erick Von Däniken y Neil Armstrong.
Y la cosa se puso color de hormiga. Primero apareció en escena el famoso escritor suizo Erick Von Däniken, quien supo cautivar a Moricz para que le diese material fotográfico y la versión oculta de su hallazgo, hecho que fue espectacularmente explotado en el libro “El Oro de los Dioses” (1974), donde Däniken no sólo se limitó a fantasear con la versión original de la historia, además, por si fuera poco, sostuvo haber ingresado él mismo a la Cueva de los Tayos (en sus sueños) y haber visto con sus propios ojos la biblioteca metálica. El libro fue un bestseller mundial: 5 millones de copias y traducido a 25 idiomas. Ni un peso para Moricz.
El libro cautivó de manera particular al lector europeo, y fue así como el ingeniero escocés Stanley Hall contacta con Moricz para proponerle una expedición internacional a la Cueva de los Tayos. Moricz aceptó siempre y cuando él fuese el Jefe de la Expedición y que ningún objeto hallado en el mundo subterráneo fuese retirado. Stanley Hall no aceptó la propuesta, desechó la presencia de Moricz y se comunicó con el Gobierno de Inglaterra. Resultado: En 1976 se llevaría a cabo una expedición Ecuatoriano-Británica, con un intimidante personal militar y científico y, para añadir la cereza a la torta, la presencia del astronauta norteamericano Neil Armstrong (¿?).
Desde luego, esta no sería la primera incursión del astronauta en un lugar donde “las papas queman”. Recordemos tan sólo sus frecuentes visitas a Paysandú, Uruguay, debido a la intensa actividad OVNI en la Estancia de la Aurora (popularizada por el escritor brasilero Trigueirinho). El mismísimo dueño de la Estancia donde ocurrieron los hechos, Angel Tonna, con quien tuvimos la oportunidad de compartir en su casa de Paysandú en 1999, recordaba claramente las visitas de Armstrong quien, además, le confió en su propia casa de Uruguay que la misión Apolo XI de 1969, enfrentó un encuentro cercano del TERCER TIPO en la Luna.
Las investigaciones Ecuatoriano-Británicas se desarrollaron por 35 días, instalando un generador de electricidad en el campamento base, a escasos metros de la boca misma de la Cueva, descendiendo a diario a las profundidades para desarrollar sus “investigaciones geológicas y biológicas”. Según el informe final, la comisión de estudiosos concluyó que la Cueva de los Tayos no tenía origen artificial, y que no había indicios de trabajo humano. Todo lo había hecho la naturaleza...
No obstante, una de las afirmaciones más sorprendentes salió de boca del mismísimo Armstrong , cuando al salir de la Cueva de los Tayos (luego de permanecer en ella tres días completos) afirmó a la prensa ecuatoriana que “su experiencia en la Cueva había superado lo que el vivió en la Luna”. Sospechando entonces lo que el astronauta de la misión Apolo enfrentó en la Luna (encuentros OVNI), nos preguntamos con qué misterio se halló en el mundo subterráneo como para lanzar tal comparación. Sin comentarios.

la cueva de los tayos...


En la Cueva de los Tayos, podrían existir los restos de una desconocida y misteriosa civilización antigua. La misma se ubica en Ecuador, precisamente en el sector del Norte de la Cordillera del Cóndor, a unos 800 metros de altura. Allí es dónde se halla la importantísima entrada, o bien, la única entrada de la cual se tiene noción en la actualidad, ya que para todos nosotros, en general es un asombroso enigma que deja a muchos sin sueño.
Se conoce mundialmente este hallazgo desde el año 1969, pues en este un húngaro de nacionalidad argentina, motivado por su pasión hacia los mitos y las leyendas y para demostrar sus conocimientos en espeleología aún siendo sólo una afición para él, Juan Moricz se arrojó a la aventura, internándose imperturbable en la zona selvático-montañosa ecuatoriana. Aunque él no haya sido la primer persona que haya estado en ese sitio, nadie puede restarle valor a su coraje y a su determinación.
Si se lee el registro escrito del viaje del húngaro, posiblemente se nos erice la piel como nunca antes lo hayamos sentido, y nos recorra un escalofrío inquietante. Entre otras cosas, nos narraba que había cantidad de pájaros de los llamados “tayos”, que sólo salen de noche y cuyas crías eran cazadas muy a menudo por los indígenas de la zona, los “shuaras”. Afirma que conoció un sitio apestado por descubrimientos de incalculable valor, tanto para la historia como para la cultura. Hallados en un habitáculo oculto, los describe como tablas de algún metal que podrían tener consigo toda la historia de los antiguos pobladores, de la que hasta hoy permanecemos ignorantes.
No podríamos evitar creer que existe un lazo que vuelve comunes a esas tablas halladas por el espeleólogo con las del “Libro de los de las Vestiduras Blancas”, señaladas por expertos en extraterrestres, repletas de símbolos ideográficos de inconmensurable complejidad.
En las siguientes páginas leeremos muchos datos interesantes sobre la civilización extinguida y acerca de cómo hizo el húngaro para encontrar la cámara secreta de la cueva en medio de aquellas irregulares montañas.


Los “sharuas”, indígenas que viven por fuera de la cueva y muy cercanos a su entrada, han sido los pioneros en transitar por la cueva desde antiguos tiempos; en cierta época del año, descienden por la entrada de la cueva en busca de las crías de los tayos para comerlos.
Estas crías, entre los tres y los cuatro meses de vida, llegan a tener un 50% de peso más que un tayo adulto, ya que están repletos de lípidos en su interior e ingieren por noche un 25% de su peso total.
Para ingresar, debemos adentrarnos por un conducto que se extiende 64 metros hacia abajo con una entrada inicial de 1 metro de radio.
Bajar este trecho no es tarea sencilla, y si se sufre del corazón no es conveniente realizar tal actividad. Para hacerlo, se usa un sistema de poleas simple, y una vez abajo nos toparemos con un complicado y extenso camino laberíntico. La luz allí no existe; el foco de luz más potente sería devorado por las sombras ya que en esas cámaras, por su colosal tamaño repleto de oscuridad, se podría construir una basílica.
El nombre de esta “caverna” se debe a una especie de pájaros no videntes, los tayos. Un dato curioso nos dice que en otras cuevas de la parte Sur del continente americano se ha hallado esta misma especie, como por ejemplo en Venezuela (Caripe). Se cree la especie se fue propagando por debajo de la tierra, y así apareciendo en distintos sitios. Si esto fuera cierto, podremos decir casi con total certeza que los túneles subterráneos no están separados como sistemas distintos sino que, en cambio, existen conectados.
En la exploración se hallaron marcas de tamaños increíbles, de formas de ángulos de 90º y en casos hasta simétricos sobre ciertas formaciones rocosas, que señalan que alguien estuvo allí hace muchísimo tiempo. El señor Moricz fue recopilando toda la información que pudo de parte de los nativos del lugar, con los cuales pudo mantener una buena comunicación.
Se estuvo preparando casi 19 años antes de aventurarse en la cueva. Analizando cada uno de los indicios que le muestren el camino a ese lugar debajo de la tierra. Él sentía que todo este asunto no era importante exclusivamente por su importancia histórica, sino que además de ello, creía que había algo más, algo inexplicable y mágico escondido detrás.
Y quería descubrir el secreto a toda costa. En todo ese tiempo previo, visitó otros países que estaban ligados al “sub-mundo”, como Argentina, Bolivia y Perú, esperanzado en hallar más puertas. Hizo énfasis en Tierra del Fuego, El lago Titicaca y Cusco como potenciales lugares en los que podrían existir perpetuamente ignorados, medios para el ingreso del sub-mundo.

Pues para Moricz, la Cueva de los Tayos es tan solo uno de otros muchísimos caminos para entrar.
Las placas de metal que mencionó el húngaro podrían ser parte de un enorme conjunto de las mismas, del cual sólo se han visto unas pocas, y que de hallarlas todas, se cree que nos narrarían el pasado de la humanidad desde al menos veinticinco mil años atrás; algo realmente extraordinario.
Se supo también que los oriundos de la zona hallaron ciertas piezas que provenían de la cueva, y se las dieron al sacerdote Carlo Crespi, demostrándole lo agradecidos que estaban con él, y Crespi se encargó de guardarlos en su iglesia. Digamos que al menos el 95% de esas piezas desaparecieron, probablemente por hurto de las mismas. Es realmente una pena que el sacerdote haya fallecido hace tanto, pues nos hemos quedado sin material de investigación acerca de aquellos objetos. Tal vez exista una pista que nos encamine para encontrar el punto donde se originó todo esto. Los objetos tenían grabados una especie de escrito muy complejo, y que en la actualidad tendrían una relevancia histórica invaluable.
De cualquier forma se ha analizado cuidadosamente una de las tablas metálicas que fueron conservadas en la iglesia de Crespi. En el año 1976 se dieron a conocer sus dimensiones; eran unos cincuenta y dos centímetros de largo, por unos catorce centímetros de anchura y casi cuatro centímetros de espesor, hecha de oro. Se dijo que la escritura tenía una enorme similitud con caracteres de la India empleados hace más de dos mil trescientos años, denominada “Brahmi”. Para el año 1980, un reconocido profesor de Ciencias Biológicas en Estados Unidos, Barry Fell, logró identificar ciertos símbolos en la placa. Hablamos de doce símbolos, y se afirmó que serían los mismos que existen formando parte del zodíaco.
Como era de esperarse, al escuchar tantos enigmas provenientes de esta cueva muchísimos otros especialistas fueron atraídos a ella. Las teorías de Moricz acerca de las placas fue una motivación para importantes investigadores. A partir de aquí, las cosas se empiezan a tornar difíciles para el húngaro.
Se hace presente Erick Von Däniken, un escritor nacido en Suiza que se las ingenió para persuadir a Moricz y que le entregara las fotografías que logró tomar y además que le dijera cientos de detalles e importantes secretos que decidió guardarse. No pasó demasiado tiempo, y salió a la venta un libro del suizo llamado “El Oro de los Dioses”, que revelaba todo lo que el húngaro no dijo, exponiendo toda la información recibida. Inclusive se puede leer que Däniken afirma entrar a las profundidades de la caverna cuando duerme y tener contacto con la totalidad de las placas de metal en sus impresionantes sueños, de las que tanto hablaba Moricz. Se vendieron alrededor del mundo casi 5.000.000 de ejemplares y se lo tradujo a veinticinco lenguas diferentes. Moricz no obtuvo ningún tipo de compensación monetaria.
La gente en Europa se vio fascinada por esos testimonios, y el suizo explotó también las imágenes que le fueron provistas por Moricz dando a conocer el aspecto interno de las cavernas, y fotografías de las placas del sacerdote Carlo Crespi. Stanley Hall, un ingeniero nacido en Escocia, se puso en contacto con el húngaro para armar un viaje a la zona e ingresar en la cueva para un estudio exhaustivo. Las condiciones de Moricz eran las siguientes: quien lideraría la exploración iba a ser él mismo, y las piezas que se encontraran en la cueva deberían permanecer allí sin ser sacadas del lugar. Obviamente el escocés no pudo tolerar esas reglas que consideró absurdas, y frenó en seco al húngaro, rechazando su compañía. Continuó con su deseo de entrar a la cueva, y para el séptimo mes del año 1976 se articula una viaje acordado por Ecuador y Gran Bretaña; se convoca a la milicia y a un importante cuerpo científico. Como si fuera poco, sumaron a la expedición al primer hombre en pisar la Luna, el señor Neil Armstrong.
Este personaje ya había aparecido en escenarios similares. Ejemplificamos con su viaje a Paysandú en la República Oriental del Uruguay, donde se percibía un movimiento demasiado notorio de objetos voladores no identificados. Armstrong compartía una cierta confianza con el propietario de La Aurora, la hacienda donde ocurría todo el revuelo, el señor Ángel Tonna.

La expedición tuvo una duración de treinta y cinco días. Se construyó a metros de la entrada, donde dispusieron sus carpas de investigación, un dispositivo que generaba electricidad. Cada vez descendían más y más, con fin de descubrir algo referido a la geografía y la biología de la caverna. Finalmente, se dijo que la Cueva de los Tayos no tenía relación alguna con la acción del hombre, que fue una creación de ríos subterráneos y de factores naturales en su totalidad. ¿Extraño, no es así?
Una información que se contrapone a todo lo anterior; aún cuando en su camino se cruzaron con una pared megalítica de dos metros y medio de altura y cuatro metros y medio de largo. Suena como una mentira, un invento, como si hubiesen querido tratar de encubrir algo.
Julio Goyen Aguado, un estudioso de las cavernas nacido en la República Argentina fue partícipe de la expedición en los primeros días.
Él aseguraba fervientemente que toda la investigación la mandó a hacer los líderes mormones y que la pagaron ellos mismos. ¿Por qué?
Porque las placas de metal que nombraba Moricz tendrían cierta relación con las que en la creencia de los mormones, el ángel Moroni le entregaba a Joseph Smith, el profeta; y casualmente también eran de oro.
Si nos ponemos a investigar, nos toparemos con que basándonos en el análisis de varias historias de los mormones, esos testimonios del pasado yacerían escondidos en la cordillera de los Andes.
Y para colmo de todo esto, los alrededores de donde se ubica la cueva se llaman Morona, ¿se ve la similitud con el nombre del ángel anteriormente nombrado? De cualquier forma el argentino sospechó todo el tiempo que estuvo vivo que el señor Hall era parte de una organización secreta del gobierno británico; una asociación de personas agrupadas en logias con un interés voraz por hallar las placas de metal. El señor Armstrong pertenecía a la misma masonería.
Pese a esto, aunque vemos que la mayoría se interesaba en las planchas de metal, no es esta la razón que motivó las búsquedas en un primer momento sino que lo que se buscaba eran pistas sobre esas personas que existían debajo de la tierra y que elaboraron y grabaron las placas.
Cuando todo estaba acabando, la conclusión a la que llegaron mató cualquier tipo de hipótesis que se quisiera probar, y se llevaron consigo unos 4 cajones de madera completamente cerrados y no les dejaron ver qué llevaban a los indígenas de la región, que se vieron timados, tomados por tontos, embaucados y despojados de vaya a saber cuántos años de historia.
Entre ellos aún se mantiene en sus memorias ese acontecimiento tan doloroso. Creen que se sustrajeron muchísimas cosas de la caverna. Y hablando seriamente, lo más probable es que así haya sido.
El astronauta Neil Armstrong estuvo 72 horas en la expedición, y cuando tuvo que presentarse ante la prensa en un conferencia declaró lo asombrado que estaba, y que esos tres días en la Cueva de los Tayos fueron mucho más fuertes que su viaje a la Luna. Entonces, para superar a semejante viaje fuera de la atmósfera, “algo” de gran peso tuvo que haber sucedido. Piénsenlo, es altamente probable que estemos ante un enigma encubierto.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Los misterios del Lago Ness


El lago Ness es famoso en todo el mundo por el supuesto monstruo que vive en sus aguas. Pese a que las reiteradas exploraciones para tratar de encontrar alguna prueba definitiva de su existencia no han tenido éxito hasta el momento, pero los indicios parecen abrumadores.
Hay registrados más de tres mil testimonios de observaciones, decenas de fotos y filmaciones atestiguan que en este lago del norte de Escocia se esconde lo que parece un enorme animal misterioso.
Los escoceses están convencidos de que si no existiese Nessie, nombre cariñoso con el que conocen al monstruo del lago Ness, habría que inventarlo. Cada año, decenas de miles de personas procedentes de todo el mundo viajan hasta las Tierras Altas en busca de un misterio y de un sueño.
Envuelto en una casi permanente bruma se encuentra el lago Ness, uno de los lugares enigmáticos más famosos del mundo y el "hogar" del célebre monstruo que se cree vive en sus frías aguas.
Todos esperan poder atisbar, aunque sea sólo unos instantes, la extraña silueta de la bestia, con su largo cuello fuera del agua, pero la inmensa mayoría debe conformarse con sumergirse en el ambiente enigmático de ese lago.
La leyenda cuenta que el misionero irlandés San Columbano, evangelizador de Escocia, fue el primero que relató un encuentro con el monstruo en el año 565 de nuestra era.
La bestia había atacado a un vecino en el río Ness, que desemboca en el lago, y el hombre santo "exhortó" a la bestia para que no atacase a las personas.
Probablemente, la influencia del santo varón fue determinante, pues aunque los avistamientos de este monstruo se han seguido produciendo, no hay noticias significativas de ataques a humanos. Por suerte para los vecinos de la zona, las costumbres de esta bestia parecen ser bastante pacíficas.
Son muchos los que se han adentrado en las aguas del lago en busca de evidencias de la existencia del monstruo. Cazadores, científicos, periodistas o simples curiosos han puesto todo su esfuerzo con escasos resultados.
Los caza-monstruos del lago Ness, se enfrentan a una serie de diversos problemas. En primer lugar, el lago es demasiado grande para mantenerlo constantemente bajo observación. Espesas nieblas cubren a menudo la superficie, y bajo el agua es muy difícil ver debido a la existencia de partículas de turba en el agua.
Las fotografías tomadas por un equipo americano en 1972 y 1975, causaron sensación al ser publicadas. Para mucha gente eran la prueba de la existencia del monstruo, pero otras no estaban tan seguras de ello. El equipo utilizó una cámara que disparaba una fotografía cada vez que se encendía una luz electrónica (cada minuto). Estaba unida a un sonar que recogía las vibraciones ultrasónicas producidas por objetos y las transformaba en siluetas reflejadas en una pantalla situada en una lancha. En una de ellas se visualizaba algo así como una aleta y en otras lo que parecía ser un cuerpo.
La aleta registrada en la fotografía es completamente distinta de la de cualquier otra criatura acuática conocida. Algunos sugieren que se asemeja más a los miembros de ciertos reptiles prehistóricos, pero varios científicos han rechazado la posibilidad de que "Nessie" sea pariente de un reptil primitivo. Se basan en que las heladas aguas de un lago escocés no son el lugar adecuado para lo que, en tiempos, fue un reptil marino tropical. También dicen que si tal animal hubiera sobrevivido, es más probable que tuviera las aletas de forma estilizada y no en forma de remo, como lo demuestra la foto. Las discusiones sobre la identidad del monstruo continuaba cuando los americanos lograron la foto de una "cabeza" en 1975. No se parecía a ningún animal conocido en la actualidad, viviente o extinguido.
Aquellos que dudan de la existencia del monstruo preguntan por qué no han aparecido en la orilla los cadáveres ni se han encontrado huesos. Sí, como se pretende, el lago ha sido lugar de crianza durante 12.000 años, ya existirían pruebas fehacientes de la existencia del monstruo. Una de las respuestas a este interrogante sugiere que los monstruos comen piedras para hacer la digestión; cuando mueren se hunden en el fondo del lago.

El misterio del Windsor


De nuevo, hay una enorme expectación para saber quienes eran las personas que aparecían en el edificio Windsor a altas horas de la noche, cuando el incendio estaba en lo peor.
Cualquier hipótesis falla gravemente. Principalmente, ante el hecho de que, según los bomberos, a esa hora las temperaturas serían de entre 100 y 400 grados. Si fueran las personas que, presumiblemente, provocaron el incendio, tardaron mucho tiempo en encontrar y coger lo que andaban buscando.
A nadie se le ocurre una explicación razonable. Personalmente, ante la debilidad de todas las conjeturas, debo estimar que estamos tratando de resolver un problema con datos equivocados.
Si mi casa hubiera ardido y hubiesen visto a alguien en la ventana mientras ocurría el fuego, todo hijo de vecino pensaría que, o bien fueron los que provocaron el fuego o bien eran bomberos. Pero si los bomberos me dicen que ellos no eran, y que ninguna persona podría aguantar esas temperaturas, entonces entenderé que los bomberos me están mintiendo.
Lo mismo sucede con lo del edificio Windsor. O bien las temperaturas no podían ser tan elevadas como han indicado, o bien eran bomberos los que estaban allí.
¿Por qué mienten los bomberos? Probablemente porque reciben órdenes de que así lo hagan. ¿Qué tipo de órdenes? sólo altos cargos pueden dar ese tipo de órdenes. Así, debía tratarse de una misión muy importante, para realizar algo tan arriegado.
Entonces uno piensa en qué oficinas había allí. Todo el mundo habla de Deloite, y en menor medida de Garrigues. Los primeros, como empresa informatizada, tenían gran parte de su información en ordenadores, que han quedado resguardados del fuego. Los segundos, me extrañaría mucho que tuvieran algo que no estuviera en papel. Los abogados probablemente sean los trabajadores cualificados que menos usan las nuevas tecnologías. Una opción sería pensar que había documentos realmente valiosos entre esos papeles y que debían ser recuperados.
Sin embargo, nadie habla de las otras empresas que había en el edificio. Estaban Deloite, la propia dueña del edificio Inmobiliaria Asón, parte del despacho de Garrigues(la sede principal en Madrid no estaba en el edificio). Por aquí continuarán los resultados de la investigación.

Las Caras de Belmez


Jaén (Andalucía, España) tiene entre sus pueblos uno pequeñito llamado Bélmez de la Moraleda. No sería un lugar muy conocido de no haber sucedido algo excepcional hace ya muchos años. Todo comenzó con una casa, la casa de una mujer del pueblo, en cuyas paredes y suelos comenzaron a aparecer imágenes. Teleplastias. Rostros de personas que hasta el día de hoy no han abandonado el hogar de María Gómez Cámara. El 23 de agosto de 1971 María trabajaba en su cocina cuando se percató de una mancha del suelo. Llamó a su marido extrañada. Tanto María como Juan Pereira, su marido, tuvieron la impresión de estar mirando un rostro después de que su hijo Miguel asegurara que aquella mancha parecía una cara. Y es que lo que empezó como una simple mancha fue evolucionando en pocas horas hasta convertirse en un rostro humano. Eso les hizo salir espantados de la casa. Al día siguiente hasta los vecinos entraron a ver aquel rostro que tanto se parecía –según ellos- a la Santa Faz que puede verse en la Iglesia de Jaén.
Con el fin de deshacerse de aquél fenómeno extraño Miguel picó hasta hacer desaparecer el rostro del suelo de cemento. La familia volvió a dormir tranquila un tiempo, pero en septiembre del mismo año apareció una nueva imagen en casa de María. Esta segunda vez sintieron gran curiosidad, y casi a modo de broma consiguieron sacar el trozo de suelo y enmarcarlo con un cristal para colgarlo en la pared de la cocina. No obstante Miguel pidió ayuda al Ayuntamiento y con ayuda de éste excavaron un foso en la cocina de 2.80 metros de profundidad y 1.50 de diámetro buscando el origen de este fenómeno. Sus cavilaciones llegaron conclusiones curiosas, como la de creer que bajo la tierra debía haber enterradas fotografías que estaban subiendo hasta el suelo de la cocina de María.
Curiosamente, sólo encontraron huesos.
El hogar de María Gómez, la vivienda contigua y parte de la Iglesia del pueblo habían formado parte de un cementerio del siglo XXIII (aunque la antigüedad del pueblo data del siglo XV). Se supo de esto tiempo después, cuando se hicieron pruebas de carbono 14. Curiosamente en las investigaciones se conoció un pasado de prostíbulos y crímenes (meretrices que daban a luz niños y se deshacían de ellos) que fueron descubriéndose falsos rumores para la creación de una leyenda negra dado que la casa de María ha pertenecido a la familia de su marido, Juan Pereira, desde su construcción allá por el 1838.
El 10 de septiembre de 1971, tras haber enlucido el suelo, aparecieron nuevos rostros, y esta vez fueron varios al mismo tiempo. No les dieron tiempo a que las manchas se aclararan porque Miguel, asustado, las eliminó como pudo. Abandonó los fragmentos junto a la pared del fogón, y ahí permanecieron mucho tiempo. Tiempo durante el cual continuaron apareciendo imágenes que tenían atónita a toda la familia.
El 1 de noviembre de 1975 un grupo de célebres parapsicólogos, entre ellos Germán de Argumosa, acudieron a la casa y levantaron del suelo de la cocina una imagen, hasta el día de hoy, la más definida. A esta imagen se le conoce como “el pelao”. Además se hicieron psicofonías, experimento en el que Argumosa es experto, para comprobar si en aquella casa había, además de imágenes, voces. Acto seguido se enlució nuevamente el suelo con cemento, y diecisiete días después volvieron a aparecer otros rostros. No había forma de parar el fenómeno.
En diciembre de 1976 subían otras imágenes que se superponían en las que había antes (imágenes que se “marchaban” para dejar paso a otras nuevas). Era una invasión de manchas que simulaban rostros difuminados.
dijo mucho de estas imágenes: que las hacía alguien que trataba de burlarse de la gente, que no era paranormal sino manipulación personal... pero investigadores como el nombrado Sr. Argumosa o Hans Bender, o universidades de Europa y Argentina que procedieron a estudiar los fragmentos, negaron la posibilidad de que fuera una broma.
Muchos son los que se interesaron por estas caras y su posible origen. Se hizo todo tipo de pruebas. Por medio del carbono 14 se supo que los huesos databan de antiguo y que procedían de un cementerio. La casa de María estaba en un extremo de aquel viejo cementerio y de ahí procedían los restos de huesos que encontraban cuando excavaban en la cocina.
Por medio del polígrafo supieron al menos con un elevado tanto por cien que María no mentía cuando le hacían preguntas clave sobre la aparición de las teleplastias.
Además el equipo de expertos hizo uso de las psicofonías y tuvieron más pruebas de que el origen de aquellos rostros estaba en el más allá. Germán de Argumosa no es el único investigador que consiguió en aquella casa voces de ultratumba, hubo más, aunque fueran menos conocidas, voces de mujer, de niña, súplicas, órdenes...
Además también ocurrieron fenómenos polstergeist en la casa de la vecina de María. Allí, según los vecinos, escucharon voces, gemidos, vieron moverse muebles, arrastrarse, cuadros que se caían... Si bien María sólo veía imágenes, fogonazos de luz en las fotografías que se hacían en su casa, y pudo saber de las voces por las psicofonías, su vecina tenía que aguantar verdaderos fenómenos polstergeist incómodos.
Respecto a aquella primera reunión en la que Germán de Argumosa hizo psicofonías, el hecho de que efectivamente existieran voces del más allá, llevó a pensar que ahora había aún más preguntas y menos respuestas. Argumosa dio a conocer esta experiencia y desde entonces se le conoce como “Las caras hablan”. Diez grabadoras y un grupo de alumnos de Argumosa fueron testigos de las psicofonías.

OVNIS estrellados en Salta




"Un grupo de nuestra policía estuvo en un cerro cerca de la localidad de Incamayo, en la Quebrada del Toro, y vio de cerca el cráter que produjo aquella cosa. Hubo temblores muy fuertes tras el impacto, pero no se encontró ningún vestigio", comentó un agente de la comisaría de Campo Quijano, pequeña localidad situada a 30 km. de Salta, capital de la provincia del mismo nombre ubicada en el noroeste de Argentina.
Junto a dos amigos salteños decidimos seguir adelante con el vehículo todoterreno a través de un camino escabroso, en una zona montañosa de más de 300 metros sobre el nivel del mar. "Sí. Yo lo vi caer por detrás de Incamayo", nos confirmó un maestro de primaria en Campo Quijano, antes de que partiéramos. Vadeamos algunos riachuelos y llegamos en menos de una hora a la aldea de Incamayo. Allí, a 55 km. de Salta, junto a la carretera, está la hacienda Incamayo, donde nos atendió Antonio Cruz, un empleado de avanzada edad, pero con una vitalidad impresionante.
"La cosa cayó allí", nos dijo mientras señalaba con su dedo la cima de una abrupta montaña que se erigía junto a la hacienda. "Yo serví de guía a la gente que vino de la universidad. Tardamos casi una hora en subir, porque se resbala mucho, y vimos esa cueva profunda que antes no estaba allí", me comentó Antonio Cruz.
"¿Qué explicación le dieron aquellos científicos?", le pregunté. "Ninguna. Permanecieron callados. Parecía que no entendían lo que había pasado. Aquello ocurrió el 4 de agosto de 1995, creo que sobre las diez y media de la noche", recordó el anciano. Al cabo de un rato llegó el propietario de la finca, Hugo Mauricio Lazarte, que también nos dio su versión de lo sucedido

La tumba de un extraterrestre



Uno de los casos más enigmáticos fue recogido en dos artículos aparecidos en el diario La Capital, de la ciudad de Rosario, los días 13 y 14 de octubre de 1877. En el primero de ellos, un químico de apellido Sevarg relata que, mientras caminaba cerca del río, se topó con una gran roca negra de forma ovoide de 25 metros por 37. Pensando que se trataba de un aerolito, Sevarg, junto con los geólogos Charles Davis y John Paxton, decidió perforarlo. Tras seis días de trabajo penetraron en una habitación de 2 metros cúbicos donde había una ánfora de metal blanco. Al retirar una plancha de metal, descubrieron una segunda sala donde se hallaba una tumba rectangular con un cuerpo. En el periódico se señalaba: "No tiene cabellos; el cutis debió ser liso y sin barba, pero ahora está arrugado y parece cuero curtido; el cráneo es triangular y la cara aplastada. En vez de nariz tiene una trompa saliendo desde la frente, una boca muy pequeña con sólo catorce dientes y dos órbitas de las cuales se han extraído los ojos. Los brazos son muy largos y las manos tienen cinco dedos, de los cuales el cuarto es mucho más corto que los demás. La contextura general es muy débil".
En la tumba se halló también una chapa de plata con unos dibujos que representaban al Sol, diversas estrellas y los planetas.
En la breve nota publicada en la edición del día siguiente, 14 de octubre, se menciona que los objetos se exhibirán en los hoteles Mageran y Francini

avistamientos en argentina


Desde los años cincuenta se han producido en Argentina una serie de avistamientos de extraños objetos voladores que, en algunos casos, culminaron con el impacto de éstos contra el suelo. Hasta el presente, los diversos testimonios hablan de bolas de fuego, fragmentos metálicos de origen desconocido, de vegetación arrasada, de científicos y militares explorando la zona en busca de restos.
Argentina tiene una larga historia relacionada con extraños objetos caídos del cielo. Uno de los primeros casos está narrado en un documento del siglo XVII: "En San Ignacio de Ipaná, el 10 de agosto de 1631, algo extraño y luminoso fue visto surcando el cielo. Entre las 6 y 7 de la tarde se observó cómo se levantaba por la parte de oriente un globo luminoso de extraña grandeza que vino con vuelo no apresurado, sino algo lento, por encima del pueblo, como una Luna llena. Despedía hacia el oriente gran cantidad de centellas y, al llegar a la línea del horizonte de occidente, se abrió con mayor luz, que luego se apagó, y transcurrido el tiempo que se tarda en rezar un credo, dio un tremendo estallido como de trueno".
Para algunos, este texto, conservado en los archivos de la Compañía de Jesús, bien podría ser el primer documento que registra la caída de un OVNI en Argentina. Por supuesto, es difícil conocer la naturaleza de aquel "globo luminoso", pero está claro que no ha sido el único suceso de estas características ocurrido en el país.

el misterio del niño de Somosierra


25 de junio de 1986. Las noticias informan de un accidente en la sierra de Somosierra (Madrid). Un camión cisterna ha volcado, vertiendo su contenido por toda la zona. La alerta es máxima. El material es ácido y puede causar un peligro biológico irreparable. Más tarde se empieza a hablar de víctimas. Los dos ocupantes del camión. Andrés Martínez y Carmen Gomez. Una tragedia más si no fuera por el dato más extraño del caso. Las dos personas no estaban solas. En la cabina del camión, iba su hijo pequeño, Juan Pedro Martínez. Su cuerpo no apareció jamás.
Los datos se remontan al día 24, por la mañana, cuando la familia decide ir de viaje a la sierra por motivos de trabajo del padre. Le acompañan la mujer y su hijo, quienes todavía no habían visitado Madrid. En una cafetería de la sierra, deciden desayunar y durante su regreso a sus tierras... Algo debió ocurrir para que el camión alcanzara más de 140 KLM por hora en una carretera de montaña.
El camión choca contra otro vehículo y se estrella contra una cuneta. El contenido de la cisterna se derrama por la carretera y provoca un atasco y retenciones de horas. El desastre no acababa más que empezar. Explosiones a lo largo de la carretera indicaba que el ácido se extendía por todas partes.
Se hallan los restos de los adultos. Sus cuerpos presentan quemaduras de gran embergadura, están quemados: una brecha se abrió encima de la cabina y bañó de ácido a sus ocupantes. Sus rostros totalmente desfigurados, pero los cuerpos intactos. Ya al anochecer, cientos de personas se agolpaban en la zona.
Entre ellos circulaba el rumor. Los padres de Andrés Martínez habían llamado preocupados, a sabiendas de la noticia, repetían continuamente una frase estremecedora:
¿DÓNDE ESTA NUESTRO NIETO? Cuando las fuerzas de seguridad tienen el permiso de abrir la cabina, no descubren rastro alguno del niño. Con potentes focos y linternas empiezan a investigar los alrededores del accidente, pero no encuentran ningún cadáver, ningun niño herido por ácido… Juan Pedro Gomez había desaparecido.
Las posteriores investigaciones desmienten la posibilidad de que el niño hubiera sido disuelto por el ácido en tan poco tiempo, ni con la posibilidad de que la cabina se hubiera convertido en una "bañera" del mismo, y en el caso de que ocurriera, los huesos deberían haber aparecido aunque fueran flotando en el líquido.
Nada. El niño había desaparecido. Más datos llegaban según pasaban los días. La investigación del taquígrafo del camión (la kha negra de los camiones) indicó que habían sucedido una serie de parones a lo largo del recorrido. 12 detenciones en apenas unos kilómetros.
Pero aún un dato más escalofriante les esperaba a los investigadores: los testigos que circulaban por la carretera, indicaron que delante del camión circulaba a gran velocidad una camioneta blanca. ¿Acaso perseguía el camión a la furgoneta? ¿Con qué motivo? ¿Podía ser un secuestro y el camión perseguía la furgoneta con su hijo dentro? A estas preguntas se le unieron más cuando los testigos presenciales del accidente vieron asustados, que después del choque, de la furgoneta blanca salieron dos individuos muy altos, con batas blancas hasta los tobillos y tez pálida, se acercaron al camión y sacaron un bulto bastante grande.
La policía realizó la intensa búsqueda de todos los poseedores de un furgón de semejantes características, pero no encontraron nada. Nunca más se supo de Juan Pedro Martínez.