miércoles, 3 de febrero de 2010

Las Caras de Belmez


Jaén (Andalucía, España) tiene entre sus pueblos uno pequeñito llamado Bélmez de la Moraleda. No sería un lugar muy conocido de no haber sucedido algo excepcional hace ya muchos años. Todo comenzó con una casa, la casa de una mujer del pueblo, en cuyas paredes y suelos comenzaron a aparecer imágenes. Teleplastias. Rostros de personas que hasta el día de hoy no han abandonado el hogar de María Gómez Cámara. El 23 de agosto de 1971 María trabajaba en su cocina cuando se percató de una mancha del suelo. Llamó a su marido extrañada. Tanto María como Juan Pereira, su marido, tuvieron la impresión de estar mirando un rostro después de que su hijo Miguel asegurara que aquella mancha parecía una cara. Y es que lo que empezó como una simple mancha fue evolucionando en pocas horas hasta convertirse en un rostro humano. Eso les hizo salir espantados de la casa. Al día siguiente hasta los vecinos entraron a ver aquel rostro que tanto se parecía –según ellos- a la Santa Faz que puede verse en la Iglesia de Jaén.
Con el fin de deshacerse de aquél fenómeno extraño Miguel picó hasta hacer desaparecer el rostro del suelo de cemento. La familia volvió a dormir tranquila un tiempo, pero en septiembre del mismo año apareció una nueva imagen en casa de María. Esta segunda vez sintieron gran curiosidad, y casi a modo de broma consiguieron sacar el trozo de suelo y enmarcarlo con un cristal para colgarlo en la pared de la cocina. No obstante Miguel pidió ayuda al Ayuntamiento y con ayuda de éste excavaron un foso en la cocina de 2.80 metros de profundidad y 1.50 de diámetro buscando el origen de este fenómeno. Sus cavilaciones llegaron conclusiones curiosas, como la de creer que bajo la tierra debía haber enterradas fotografías que estaban subiendo hasta el suelo de la cocina de María.
Curiosamente, sólo encontraron huesos.
El hogar de María Gómez, la vivienda contigua y parte de la Iglesia del pueblo habían formado parte de un cementerio del siglo XXIII (aunque la antigüedad del pueblo data del siglo XV). Se supo de esto tiempo después, cuando se hicieron pruebas de carbono 14. Curiosamente en las investigaciones se conoció un pasado de prostíbulos y crímenes (meretrices que daban a luz niños y se deshacían de ellos) que fueron descubriéndose falsos rumores para la creación de una leyenda negra dado que la casa de María ha pertenecido a la familia de su marido, Juan Pereira, desde su construcción allá por el 1838.
El 10 de septiembre de 1971, tras haber enlucido el suelo, aparecieron nuevos rostros, y esta vez fueron varios al mismo tiempo. No les dieron tiempo a que las manchas se aclararan porque Miguel, asustado, las eliminó como pudo. Abandonó los fragmentos junto a la pared del fogón, y ahí permanecieron mucho tiempo. Tiempo durante el cual continuaron apareciendo imágenes que tenían atónita a toda la familia.
El 1 de noviembre de 1975 un grupo de célebres parapsicólogos, entre ellos Germán de Argumosa, acudieron a la casa y levantaron del suelo de la cocina una imagen, hasta el día de hoy, la más definida. A esta imagen se le conoce como “el pelao”. Además se hicieron psicofonías, experimento en el que Argumosa es experto, para comprobar si en aquella casa había, además de imágenes, voces. Acto seguido se enlució nuevamente el suelo con cemento, y diecisiete días después volvieron a aparecer otros rostros. No había forma de parar el fenómeno.
En diciembre de 1976 subían otras imágenes que se superponían en las que había antes (imágenes que se “marchaban” para dejar paso a otras nuevas). Era una invasión de manchas que simulaban rostros difuminados.
dijo mucho de estas imágenes: que las hacía alguien que trataba de burlarse de la gente, que no era paranormal sino manipulación personal... pero investigadores como el nombrado Sr. Argumosa o Hans Bender, o universidades de Europa y Argentina que procedieron a estudiar los fragmentos, negaron la posibilidad de que fuera una broma.
Muchos son los que se interesaron por estas caras y su posible origen. Se hizo todo tipo de pruebas. Por medio del carbono 14 se supo que los huesos databan de antiguo y que procedían de un cementerio. La casa de María estaba en un extremo de aquel viejo cementerio y de ahí procedían los restos de huesos que encontraban cuando excavaban en la cocina.
Por medio del polígrafo supieron al menos con un elevado tanto por cien que María no mentía cuando le hacían preguntas clave sobre la aparición de las teleplastias.
Además el equipo de expertos hizo uso de las psicofonías y tuvieron más pruebas de que el origen de aquellos rostros estaba en el más allá. Germán de Argumosa no es el único investigador que consiguió en aquella casa voces de ultratumba, hubo más, aunque fueran menos conocidas, voces de mujer, de niña, súplicas, órdenes...
Además también ocurrieron fenómenos polstergeist en la casa de la vecina de María. Allí, según los vecinos, escucharon voces, gemidos, vieron moverse muebles, arrastrarse, cuadros que se caían... Si bien María sólo veía imágenes, fogonazos de luz en las fotografías que se hacían en su casa, y pudo saber de las voces por las psicofonías, su vecina tenía que aguantar verdaderos fenómenos polstergeist incómodos.
Respecto a aquella primera reunión en la que Germán de Argumosa hizo psicofonías, el hecho de que efectivamente existieran voces del más allá, llevó a pensar que ahora había aún más preguntas y menos respuestas. Argumosa dio a conocer esta experiencia y desde entonces se le conoce como “Las caras hablan”. Diez grabadoras y un grupo de alumnos de Argumosa fueron testigos de las psicofonías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario